Escribía hace pocas semanas, en la crónica del concierto de Fabio Lione's Dawn Of Victory, que vivimos en una época en la que "todo vuelve o parece no querer marcharse, (pero) hay regresos que son agradecidos, casi necesarios", y para muestra, esta vuelta de Nacho Fernández a su Dragon Fall con motivo del 30º aniversario de la publicación del mítico nº 0 de la serie lila.
Vuelve Nacho (esta vez sin Álvaro López), y con él, bien agarrados de su mano, Sosón Goku, Vegetal y toda la tropa. Vuelven, casi conscientes, como el autor, de que estamos en un nuevo siglo, de que los códigos han cambiado, de que la sociedad no es la misma, sí, pero defendiendo lo evidente: lo que no cambia es la forma de hacernos sentir bien, del regocijo de la risa ante la tontería más tonta que puedas imaginar y que obliga a reírse, porque no se puede hacer otra cosa. (Así definía un niño el humor chanante hace casi dos décadas, y tenía toda la razón). Eso es Dragon Fall Returns, y hay que dar gracias por ello.
Nacho Fernández aplica a sus personajes la fórmula bien conocida del batido parodia, mezcla, remezcla, añade de su cosecha, vuelve a retorcer el invento y lo vuelca todo en un excelente tomo que le sirve no solo para actualizar su creación, sino para reencontrarse con ella, con nosotros, y entenderse y perdonarla (y perdonarnos). Porque Dragon Fall fue algo muy grande en los años 90 y el mismo autor en este trabajo nos cuenta de qué forma llegó a relacionarse con ello y el poso que dejó en él una vez terminado.
Dragon Fall Returns es como compararse con una fotografía nuestra de adolescente y pensar: "a esa edad tenía la cara que me había tocado, pasados los 40 tengo, para bien o para mal, las pintas que quiero tener". Dragon Fall Returns es ese tópico tan real del amigo con el que hace años que no hablas pero que cuando surge el reencuentro sientes que hace apenas cinco minutos de la última vez que viviste un momento con él. Este cómic es muchas cosas, pero sobre todo es una: sincero. Con el autor y con su público. No hay doble fondo en la caja en el que Nacho haya escondido a la paloma, solo un buen trabajo para conmemorar un aniversario, hecho con profesionalidad y presentado en formato de lujo.
Cierras los ojos y han pasado 30 años de muchas cosas. Nacho no solo creó una obra irrepetible en el mercado patrio, sino que inspiró a muchísimos chavales y chavalas a seguir dándole a los lápices para soltar toda su creatividad creando cómics. Algunos/as entraron en el mundo editorial y alcanzaron el éxito, otros/as se quedaron en el camino o buscaron otras fórmulas de llegar al público. Eso también es Dragon Fall. Y como con los regresos agradecidos y necesarios que mencionaba al principio, por ello también aplaudo.
Gracias, Nacho.
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