En épocas de crisis se agudizan las historias xenófobas recurrentes sobre lo malos que son los gitanos, rumanos, musulmanes, sudamericanos...
Que si todos están aquí para robar a los españoles decentes, que si los polacos y ucranianos solo nos dan palizas (o que los albanokosovares son los peores porque vienen embrutecidos de la guerra), que si los inmigrantes se quejan luego de que se les criminalice cuando muchos solo viven de la caridad de Estado y riéndose de los trabajadores...
Ninguna de las personas que vocean semejantes historias de terror se para a mirar en un espejo a ver el color de su piel, color blanco; Blanco, el responsable de Genocidios, guerras mundiales, capitalismo, esclavitud...
Recuerdo que en los años 80 (imposible acordarme de anteriores décadas) los causantes de todos los males eran los gitanos. Que si subsidios, que si abusos a la seguridad social... En los 90 el mismo discurso se trasladó para atacar a la población inmigrante sudamericana y en la década pasada sirvió para demonizar a los inmigrantes procedentes de África y países de Europa del este.
Y siempre hay historias con nombres y apellidos que 'demuestran la veracidad' de los hechos y sobre lo malos que son los inmigrantes. ¡Faltaría más! Son historias 'universales e intercambiables', adaptativas a diferentes situaciones y muy básicas, cercanas al 'tengo un amigo' que puedes cambiar por 'a mi me ha pasado'. Poca gente cuestionará el suceso o querrá mirar lo que se cuenta desde ningún otro ángulo que no sea el que más seguridad le de, el que menos le haga plantearse nada, el que siempre culpa hacia afuera, hacia el otro, frente a nosotros, lo importante.
PD: hay una historia que me encanta, nada sutil y facilmente verificable como falsa; es la creencia terrorífica de que los empresarios chinos no pagan impuestos por sus comercios. Maravilloso. Y como este, pueden desmontarse todos los cuentos anteriores hasta llegar a las ONGs que tanto trabajan por todos los inmigrantes y que en el fondo son los primeros vividores chungos y devoradores de ingresos del Estado de este horrible cuento en el que vivimos y que se llama España.
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