Lo peor de Theatrhythm Final Fantasy es que se termina. Poderoso ejercicio nostálgico en el que el fan, si se deja, queda atrapado por la propuesta casual de juego rítmico al compás de los temas más recordados de sus entregas históricas junto a las más recientes (hasta completar las 13 oficiales de la saga)
En total pone a disposición del jugador 77 canciones, 32 de ellas en formato DLC (a un euro cada una) y con varias desbloqueables a medida que se superan los modos de dificultad pertinentes; acompañado de versiones caricaturizadas de varios personajes -cartel que va aumentando a media que se progresa en el marcador de porcentajes-
Nada nuevo ni nada que pueda gustar a quienes no han pasado horas soñando con los personajes de Square (Soft) y canturreando sus canciones. Si bien Square Enix hace años que no ofrece un Final Fantasy en condiciones, que vive de la sobreexplotación de su título más mundial (FF VII), que podamos disfrutar de un juego que no nos llama tontos -al menos, a la cara- y que solo invita a pasar un buen rato es, por lo menos, agradecido.
Porque si bien la propuesta anterior en esta línea conmemorativa de los Dissidia podíamos encontrarla repleta de toneladas de 'seriedad', la patochada adorable y monumental que es Theatrhythm Final Fantasy hace que caigan prejuicios y se corte la mala baba. Porque este juego engancha, entretiene y a ratos, gracias al poder de los buenos momentos, recuerda que Final Fantasy es algo más que una simple serie de juegos y que sigifican mucho para varias generaciones de personas.
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