viernes, 2 de mayo de 2014

Pompeya

Tal vez la película menos PWS de toda la carrera de este director. Apenas unos pocos planos delatan el buen gusto estético demostrado en trabajos anteriores, en detrimento de una supuesta trama épica con desarrollo de personajes y varios hilos secundarios incluidos. El tercer acto se muestra como lo que es la cinta: una inmensa broma que, por triste que parezca, se trata de tomar muy en serio, y por eso fracasa por todos lados en la demencial resolución de los (infantiles) conflictos. Por lo menos, como siempre, Paul W.S. Anderson divierte y hace sonreir a lo largo de todo el metraje de Pompeya -empezando por la ausencia de absoluto rigor que si los guionistas hubiesen aplicado, no les daba ni para corto-, que es lo mínimo exigible a sus serie B con capa de pintura de súper producción.

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