Tomodachi Life presenta pues un entorno de vida artificial ideal esterotipada con innumerables momentos heteronormativos y donde la felicidad depende de tener más de todo y mejor. Como jugador es mucho mejor no pensar mucho en ello porque si no la partida se acaba antes de empezar a poco que uno sea una persona concienciada. Como simulador social falla a la hora de presentar acciones complejas (los personajes no necesitan trabajo, por ejemplo, te piden dinero, si llega a darse el caso) y funciona más como escaparate virtual ya que, y esto es un acierto, la personalidad y factores que definen a cada personaje (y no hay dos iguales) hace que se porten de manera impredecible y muchas veces simplemente somos espectadores de lo qué sucede en el edificio de apartamentos o en sus aledaños. Los tamagotchi de la Nintendo del siglo XXI pronuncian tu nombre a grito pelado, te piden comer, se enamoran y tienen hijos. Se parece demasiado a la vida real. Menos mal que los momentos de humor aligeran un poco la pesadilla que se esconde en lo profundo de esta isla.
Puedes leer mi crítica completa en Fandigital.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario