martes, 25 de octubre de 2016

"Me han echado" Relato de un acoso laboral

Sucedió hace un año, la persona que me hizo llegar este texto ha logrado salir adelante tras esta dura etapa.

Hay mala gente en el mundo, pero a veces también luz al final del túnel.

Las víctimas de acoso laboral suelen ser personas eficientes y muy válidas: es la mediocridad de quienes ven peligrar su terreno (sea real o no) lo que motiva muchas de estas conductas junto a la mezquindad de los minions que les rodean sumado a la inoperancia de los cuadros intermedios que deben gestionar un entorno de trabajo la que provoca todo esto. Una ecuación demencial

Os dejo con el relato. Muchas personas podrán verse reflejadas. Otras podrán empezar a detectar estas pautas. Y Los/las Biff Tannen que cometen estos abusos nunca serán capaces de verse en el espejo como los villanos del relato. 

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Me han echado, y lo que más rabia me da de todo lo que ha pasado es que no ha sido más que la coronación de un proceso de acoso laboral que se inició hace más de un año. Todo en realidad había sido dispuesto hace meses, relegándome a tareas que ya no se sabía que iban a tener continuidad, no dejándome participar en los proyectos nuevos, manteniéndome conscientemente al margen. Pero por supuesto, la cosa no empezó así.

El proceso del llamado mobbing es sutil y  empieza muy lentamente, sin que te des cuenta. Primero te llaman la atención, una , varias veces. Al principio crees que es culpa tuya, que eres tú el que estás haciendo las cosas mal. Te esfuerzas por aprender. Te esfuerzas por cambiar. Empiezas a sufrir ansiedad porque te das cuenta de que estás bajo vigilancia, y todo lo que haces es mirado con lupa. En cuanto tienes un fallo, por mínimo que sea, es señalado. Y sí, al principio crees que lo hacen por tu bien y les haces caso, les das la razón y te crees que eres un puto desastre. La propia ansiedad hace que te equivoques más. 

Cuando todo está bien, no hay ningún tipo de reconocimiento. Pronto todo lo que tú haces es cuestionable, Lo que tú propones posiblemente sean tonterías. Y si no lo son, y son buenas ideas, se apropian de ellas y siguen a lo suyo como si nada hubiese existido. Si no propones nada, te acusan de falta de iniciativa.  Nada que tú hagas parece estar bien. Cuando hay el más mínimo error, es señalado delante de todos (tus compañeros) con lo que tu reputación empieza a quedar con los suelos. 

Entonces empiezas a darte cuenta de que da igual lo que hagas. Lo que trabajes, lo que aprendas, todo da igual porque tu acosador va a por TI, es Personal.  Por alguna razón que psicológicamente se te escapa, te odia. Quizá le recuerdas a sus madrasta, a su ex novia, quizá simplemente le caigas mal o te vea como una amenaza, vete a saber . No importa lo que hagas. No importará  nunca porque el sólo quiere destruirte. No hay escapatoria. Y las situaciones se repiten y se confirma. Y lo sabes  porque el último pollo montado en público fue un error descomunal que te echó en cara. Y resulta que no eras
ni minimamente responsable. Eres el chivo expiatorio de todo, la excusa perfecta para los errores. Tu nombre es sinónimo de desastre. 

Tus compañeros asisten inmóviles ante estas situaciones. Nadie te pregunta qué tal estás, nadie te apoya. Te das cuenta de que de pronto la gente deja de hablarte, incluso de saludarte. Los que te hablaban , ya casi  no  lo hacen. Los que te hablaban  poco, de pronto son hostiles e incluso desagradables contigo por alguna razón que desconoces. No te saludan. Te excluyen. Te mantienen al margen de cosas que todos saben.  No sabes qué ha dicho tu acosador de ti, no sabes qué mentiras ha soltado para que la gente te rehuya . Al final te empiezan a tratar como si no existieses. Te aíslas. 

En realidad, yo no tenía ninguna salida, y lo sabía. Llegados a este punto, lo máximo que pude hacer fue hablar con mi jefe. Por supuesto, no sirvió para nada, y sabía que con ello me condenaba finalmente. Pero yo tenía que denunciarlo, decir que estaba viviendo una injusticia tras otra. Mi jefe dijo que hablaría con él y alguno de sus silenciosos cómplices. Yo sabía que sería peor. Si quien supervisa tu trabajo es quien te acosa, estás perdido, y yo lo estaba. Todo lo que me queda ahora es la rabia de que me hayan (mal)tratado así tantos meses. De que hayan proyectado una imagen personal y profesional de mí que no es real, Y el dolor de toda la gente que asistió a todo ésto y no hizo nada porque no quiso y no vio lo que estaba pasando, y no han podido conocerme ni como persona ni como profesional.  

Sólo puedo decir que la gente se retrata cada día, con cada acto, con cada palabra. Hay  malas personas, y no lo llevan escrito en la cara. Sólo me he encontrado con dos bichos realmente tan asquerosos como éste en la vida, y lo único que puedes hacer es salir por patas. Porque cucarachas humanas que necesitan pisotear a los demás para sentirse bien consigo mismos hay en todas partes en este país, tanto en oficinas como compañeros de trabajo como en despachos como  dirigentes o políticos, y todo independientemente de la ideología que tengan. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vaya, acabas de describir mi último año en aquella tienda que tu y yo sabemos...