miércoles, 30 de septiembre de 2020

Se sigue muriendo gente que aún no se había muerto. Hoy, Quino. DEP.

Se sigue muriendo gente que aún no se había muerto. Hoy, Quino. DEP. 

Unas palabras, porque para mí este tipo fue muy importante. 

Supongo que, como en la infancia de quienes tuvimos padres y madres progresistas socias del Círculo de Lectores en los años 80 y 90, muchas tendréis este libro. Este recopilatorio me acompaña desde que tengo 11 años. Se editó en 1993, no es la obra completa de Quino, pero ofrece un buen lienzo de todo lo que es Mafalda. 

A mis hermanas y a mí nos encantaba. Debimos de leerlo miles de veces por el estado en el que se encuentra en la actualidad. Hay tomos mejores que recopilan este trabajo /por el que será siempre recordado/ y ediciones peores (aún deseo sacar fuerzas para quemar la colección de la bolcheteca de Público de 2008 ) pero este está bien, y como todo lo de Mafalda, tiene la supervisión de su creador. 

Quino era muy rojo, hasta sus últimos días. Cuando en latinoamérica cogió fuerza el movimiento anti abortista y usaron a Mafalda como icono escribió airado que Mafalda era bien roja, que apartasen a Mafalda de su verde reaccionario, que agarrasen a Manolito o a Susanita para sus fines, que por ellos había creado esos personajes. 

Suele decirse que 'Todo está en The Wire' o en 'La vida de Brian'. Para mí muchas cosas de mi vida y de hoy mismo siguen en Mafalda. La representación de su Argentina antes del golpe de Videla es un poco nuestra Españita de antes y de ahora también. Sus personajes, que de pequeños nos hacen intuir esbozos del mundo, se nos descubren aún hoy como fieles reflejos de todas nuestras miserias. Aún sufro cuando veo a usuarios de internet del sector liberal o ancap portando la foto de Miguelito, cuando por el amor de dios, 'son unos Felipes de la vida'

Mafalda era elegante, y Quino es uno de los autores en los que puede que de forma inconsciente me haya fijado más a la hora de aprender a narrar a golpe de gag. Amaba de pequeño su estructura de gags, la preciosidad de sus viñetas. Todo estaba bien, en su sitio, pensaba. Cuando aprendes a usar técnicas de dibujo y composición entiendes luego estos procesos y los interiorizas. Quino fluía, de forma estupenda, y eso que confesaba siempre que no sabía dibujar bien a sus personajes y que calcaba siempre sus rostros para que quedasen lo más similares posibles. 

Me gustaban sus chistes únicos, de los que El País ofrecía de forma regular en sus páginas, me han seguido gustando y me maravillo cuando veo uno suyo que no conozco. Es jodido decirle adiós a un tipo que siempre ha estado ahí, entre las viñetas. 

Repasando este tomo de Mafalda he encontrado en sus páginas el boceto de maqueta de uno de los fanzines de activismo que escribía en el instituto con muchas amigas y amigos de un grupo de trabajo. Por las cosas que veo anotadas debe de ser del año 97 o 98. Fotocopiábamos tiras de Mafalda y las metíamos para rellenar. Quedaban bien, eran actuales, aunque tuviesen ya más de 25 años. Estoy seguro de que lea la tira que lea ahora, encontraré similitudes con cosas que estamos viviendo en estos mismos momentos. Supongo que eso es una tremenda grandeza de Quino; que nos retrató tal cual somos, sin importar el año. 

Estoy un poco triste y quiero recordar a Quino con una tremenda risotada realmente. Repaso mentalmente las viñetas que le dedicó al más pequeño de la familia, a Guille, que es gourmet y sabe qué tierra de qué macetas comer y cuales no. Río. 

Gracias, Quino. 

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