viernes, 11 de febrero de 2022

Momentos de mi 40 cumpleaños hace 32 años

He cumplido 40 años hace unos pocos días y, como si de un drama se tratase, consciente de la parodia que supone reirse de la crisis de esos años o de entrar en la pitopausia, puedo decir que me he sentido arropado y querido por mi familia y amigos, quienes me han reservado detalles, sorpresas y momentos que quedan grabados para siempre en ese lugar donde uno atesora la magia. 

Ni mi padre ni mi madre han visto ya esta nueva década para su hijo. Mi madre falleció hace más de medio año por cáncer después de una larga lucha (sí, lucha) contra una enfermedad que (casi) siempre se come a quien la padece y deja destrozados a quienes acompañan. Mi padre murió hace muchísimo tiempo y desde hace más de una década no puedo recordar como era su voz, su olor, su presencia. 

El año en que mi padre cumplió 40 años yo estrené 8 dígitos y me regalaron mi primera cámara de fotos. Era una tradición en casa, el regalo de la cámara de fotos al llegar a los 8 años, como la bici y otros detalles en años posteriores que tanto mis hermanas como yo tuvimos (mi hermana pequeña se quedó sin bici, también hay que decirlo, a los pequeños les llega siempre la peor parte de la crianza de sus padres cuando ya han venido varios). 


Guardo tanto mi primera cámara (una Werlisa Club 35mm) como las fotos de aquella celebración (mis primeras fotos).  Puedo identificar cuales son mías por la altura y posición, puedo suponer cuales hicieron otras personas. Estoy convencido que la que menos dice de aquella tarde, una foto accidental a la mesa, es la que más habla de mí como persona interesada en crear, en definir lo que le rodea con sus escritos, dibujos y fotografias: un desastre. Pero ahí está. Es la lectura que hago de esa foto. Puede que tampoco la lanzase yo, pero el poder significante que tiene para mí es suficiente para que la coloque como 'obra mía'. El efecto del flash en todas las fotos me fascina. La cámara no tenía flash, había que ponerle uno desechable (un cubito que se le ponía en la parte superior y que daba el fogonazo al apretar el disparador) y el resultado, junto con la calidad de la cámara 'de juguete', me deja ahora fascinado por la textura y el desgaste pasados los lustros. 


Veo a mi padre en una foto y sé que en ella aún tiene tiene 39 años. Y veo a mi madre en otra, con sus 42 años ya cumplidos desde hacía unos meses (y que por el punto de vista no puedo haberla tirado yo) y traigo algo de ellos a este momento presente. Sé que es una construcción que hago en ese mismo momento, y me esfuerzo por recordar y retener muchas cosas suyas. De mi madre es fácil, sigue estando aquí con nosotras, es todo muy reciente; pero a mi padre le siento lejos, imagino su voz y su olor a Ducados (o Celtas una temporada) y más cosas y termino por sentirme agotado del esfuerzo. 



Pienso de forma inevitable en la edad que tienen ambos en esas imágenes y la enfrento a la que tengo yo ahora, casi sus años (a él le he superado en esa imagen, a ella por poco), y cierro los ojos y acudo al lugar mágico buscando sus momentos/mis momentos con ellos. 


Este soy yo con 8 años en aquel cumpleaños y he llorado escribiendo este post porque no hay consuelo para la ausencia, porque uno no se hace nunca a la pérdida de un ser querido, solo se resigna a seguir adelante con su vida. 

Termino pensando en cuánto de lo que he contado aquí es erróneo, inexacto o generado por falsos recuerdos y ya no puedo acudir a nadie para preguntar por aquella tarde. Veo en ese álbum de fotos a niños con quienes perdí el contacto hace muchas década pero de quienes puedo recordar casi todos sus nombres (salvo que me equivoque y nadie podrá corregirme) y pienso que muchos de ellos cumplirán 40 años este año (o puede que los hayan cumplido) Pienso también en que puede que no todos estén ya, porque la vida dura lo que dura para cada una. 

Encuentro también en las imágenes juguetes que perdí hace mucho y observo en general el desgaste del color y la textura de esos momentos que hacía también mucho que no acudían a mi cabeza y, por acabar con otro tópico, busco perderme en ellos mientras pulo el cierre de estas palabras. 

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