Respecto a este sumario publicado en el Diagonal nº 117.
Comparto aquí la carta que les he remitido a la redacción:
Saludos, compañeros.
Llega un día en que uno no logra comprender en qué momento se pierden las formas, o la línea de una cordura mínima, y ve cómo se juega con falacias peligrosas.
Las palabras no son armas débiles: el discurso de 'estado opresor' está bastante usado y trillado por determinados ámbitos, todos ellos de gente bien acomodada que dirige, sabiéndolo bien, a una masa controlada y sin capacidad de decisión.
Porque es lo que tienen los mensajes emotivos, que no pueden razonarse ni rebatirse. Van directos al corazón, a los valores primigenios que nos han sido inoculados desde que nacemos (y que si no hay un trabajo de derribo, pueden condenarnos a ser esclavos de los errores de otros)
El discurso político es, en definitiva, un discurso emotivo.
Decir que la estrategia represiva de Interior hace difícil la solución al conflicto (vasco) es irónico.
¿Qué conflicto?
¿El que ETA se trata de una mafia de la que viven muchas familias y a la que nadie tiene interés en ver eliminada?
¿El de que en Euskadi 28 años de un mismo gobierno llena de mierda hasta la esquina más recóndita?
¿Que Euskadi tiene ya en sus competencias todo lo que muchos estados-naciones lucharon verdaderamente?
¿Que se adoctrina a los chavales desde la escuela?
¿Que la gente vive con miedo, con el 'tú no hables a ver si te vamos a dar un susto'?
¿El que algunos partidos que parecían una opción viable para discutir el problema nacionalista dentro de las instituciones se han destapado como lamentables pufos?
El conflicto: el que crea un número de individuos al estilo siciliano y apoyados por conexiones que se nos escapan.
¿Estrategia represiva de Interior que siembra de obstáculos la salida del conflicto?
Penas duras para quienes destruyen mobiliario urbano, aterrorizan a conciudadanos y terrorismo callejero en el marco donde se mueve el movimiento violento aberztale. ¿Excesivo? o ¿Educación ciudadana? Cuestión peligrosa, peliaguda, dramática.
Pero no un obstáculo.
¿Detención sistemática de terroristas y colaboradores de los asesinos? ¿Desde cuándo ha sido un acto represivo el defender a los ciudadanos del estado español de aquellas personas que pretenden atentar contra su integridad física?
¿Expulsión inmediata de las instituciones de todos aquellos partidos y personas que, independientemente de sus tendencias políticas, no condenan la violencia etarra que da de comer al nacionalismo más rancio que hay en estos tiempos en España? ¿No es acaso normal que una institución democrática esté libre de esa tara cargada de veneno?
Por lo demás, me remito a lo dicho anteriormente: las palabras no son inocentes, cargar de emotividad un discurso caduco y falso sigue alimentando la ignorancia de todos los que viven ajenos al problema real, que no es sino el siguiente:
Que la gente no sabe respetar ni tiene ninguna intención de aprender a hacerlo.
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