Si bien es cierto que las últimas acciones lúdicas reivindicativas convocadas por grupos, colectivos e integrantes de Asambleas y Plazas del 15M no me han dejado de parecer una mera forma catártica de compartir el dolor común con gente que tiene una misma afinidad política, no es menos cierto que la manifestación convocada mañana derrocha el mismo trasfondo emotivo: muchos de los que acudirán a esa marcha, bajo el paraguas de los convocantes, no volverán a salir hasta que no lo dicten de nuevo sus cúpulas, dejando tras ella a muchos haciendo el trabajo sucio y de mantenimiento de la indignación. La manifestación del 19 de febrero no deja de ser otro momento de catársis colectiva masiva con la particularidad de que ayudará a hacer ver en cifras el poder de convocatoria actual de ciertos grupos a los que se les ha sometido en los últimos años -en momentos con críticas en parte fundamentadas- a una caza de brujas por parte de la Derecha y el Capitalismo voraz, que ha logrado que gran parte de la población vea más peligroso a un Sindicato (lleno de vagos y maleantes que chupan y exprimen nuestro dinero y destruyen empresas) que a un Partido político en el Gobierno que acaba de perpetrar uno de los mayores atentados contra la clase trabajadora de las últimas décadas.
Los ataques a los sindicatos están llenos de falacias y embustes. Es fácil escuchar cosas como que "un delegado sindical no debería cobrar el mismo sueldo que sus compañeros en la empresa", o que directamente "no debería cobrar nada del Estado", frente a la idea bien instalada de que los cargos públicos si tienen esas remuneraciones es porque deben de merecérselas.
No nos cansamos de despotricar contra los sindicatos, pero no conozco a mucha gente que esté afiliado a uno y que pueda transmitirme lo que sienten sus bases ante la evidente distancia que hay con sus cúpulas. Escucho también muchas quejas de quienes acuden pidiendo ayuda y se quejan de la información recibida. Y en lugar de animar a que personas valiosas ingresen en estos grupos para enriquecerlos cargamos contra ellos y solo esperamos su pronta y espectacular disolución.
Es gracioso que en Democracia haya que pedir permiso para manifestarse. Mañana es el claro ejemplo de acción colectiva catártica: Manifestación permitida, en domingo. Y tras la marcha, cañas y bocata de calamares.
Quienes mostramos un pensamiento crítico hacia estos momentos de teatro político pero deseamos salir a la calle siempre podemos acudir a las acciones paralelas que se organizan desde las otras izquierdas. El bloque crítico de mañana, consensuado por AGSOL y a al que se suman multitud de plazas, asambleas y pueblos de Madrid participaremos en un recorrido paralelo y marcando las distancias con los actores comparsas de las últimas reformas acometidas.
Es gracioso que en Democracia haya que pedir permiso para manifestarse. Mañana es el claro ejemplo de acción colectiva catártica: Manifestación permitida, en domingo. Y tras la marcha, cañas y bocata de calamares.
Quienes mostramos un pensamiento crítico hacia estos momentos de teatro político pero deseamos salir a la calle siempre podemos acudir a las acciones paralelas que se organizan desde las otras izquierdas. El bloque crítico de mañana, consensuado por AGSOL y a al que se suman multitud de plazas, asambleas y pueblos de Madrid participaremos en un recorrido paralelo y marcando las distancias con los actores comparsas de las últimas reformas acometidas.
Si bien es cierto que las concentraciones y acampadas del pasado 15 de Mayo de 2011 surgieron tras una manifestación 'solicitada' muchos hemos visto y aprendido que podemos marchar frente al Poder sin tener que pedir papeles, permisos y mostrarnos sumisos.
Y sea como sea, lo que me preocupa realmente no es quien convoca y cómo se convoca, sino que siento que la gente no quiere o no se ve en la necesidad de ser convocada para nada, bloqueados y conformistas, temerosos de lo que viene pero incapaces de reaccionar.
Y sea como sea, lo que me preocupa realmente no es quien convoca y cómo se convoca, sino que siento que la gente no quiere o no se ve en la necesidad de ser convocada para nada, bloqueados y conformistas, temerosos de lo que viene pero incapaces de reaccionar.
Caminante no hay camino, se hace camino al andar.
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