Es una verdadera lástima que Stephen Sommers abandonase (o no le ofrecieran) la dirección de la segunda parte y se haya quedado en meras labores de productor, porque se nota que falta su mano para un producto tan chusco como este.
Si G.I. Joe -Rise of Cobra- (2009) salvaba la papeleta era por el cachondeo -implícito y explícito- que el director le imprimía a cada delirante y mostrenca escena.
Puestas por tanto todas las piezas para una segunda parte, Hasbro y Paramount le dan una vuelta y media de realismo a unos personajes (juguetes) que no se pueden tomar en serio y se va todo al carajo en esta G.I. Joe: La venganza. Empezando por la matanza del inicio y acabando por la vuelta de los salvadores de la patria (elemento que obviaron de manera muy divertida en la primera entrega) No sirve de nada tener al Comandante Cobra en pantalla si todo lo que le rodea es de un supuesto realismo absurdo que tira de espaldas.
Ni el combate de ninjas al vacío en el Himalaya salva el día. ¿Donde quedó el humor? ¿Es esto culpa acaso de los Transformers hiperanabolizados del s XXI?
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