Tras un parón legal y un estupendo regreso, la formación cierra saga, facturan octavo álbum (décimo si no contamos los EPs de 2001 y 2010) y dan carpetazo a relaciones laborales: Turilli se marcha con el nombre de Rhapsody y Staropoli se queda con el combo Rhapsody of Fire.
Salvo esta triste nota a media página en la historia de estos dos músicos lo cierto es que el disco que firman en esta ocasión puede mirar sin miedo a sus mejores trabajos. Nueve cortes de los cuales ninguno se hace prescindible, mostrando toda la fuerza que la banda exhibió en estudio en sus mejores años y combinando todo su potencial para recrear una entrega fantástica, llena de buenas ideas, rifs familiares y entretenidos momentos medievales.
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