El sistema político actual en el que vivimos viene marcado por la herencia de unos actores activos durante la Dictadura, en el que la Izquierda hizo unas concesiones salvajes en los llamados pactos de la Transición (asumiendo que ambos bandos fueron culpables pero perdonándoles sus actos, colocando por tanto a los golpistas de la Derecha a la misma altura moral de quienes defendieron la República) Junto a esto, nos encontramos con un Jefe de Estado directamente colocado por el dictador, a una Iglesia que siempre ha estado blindada y con sus tentáculos bien dentro de los aparatos del Estado, una Oligarquía que no ha evolucionado y unos dirigentes políticos que han inutilizado las instituciones, robado el poder al Pueblo y demostrado que la llamada Carta Magna no es sino un amasijo de rimas asonantes aceptadas por todos como válidas pero completamente inútil de cara a las necesidades de la sociedad Española actual.
El sistema de representación política surgido de los pactos de la Transición muestra desde hace tiempo sus carencias y sus vicios (...) Disponemos de un sistema electoral formalmente proporcional pero con una acusada corrección mayoritaria, que ha derivado en un sistema bipartidista (...) No ganan las elecciones, sino que se alternan cuando pierde el que gobierna. Es un sistema conservador, que no acucia a los partidos a esforzarse, a gobernar mejor, a mejorar sus programas, sino todo lo contrario, porque instaura un duopolio en el que la competencia es limitada, más aún con el desplazamiento del PSOE al centro del espectro político, lo que reduce el abanico de preferencias. Es un sistema que ha conservado muchos de los vicios de la dictadura franquista y ha reproducido lacras del régimen canovista de la Restauración, alentando las conductas autoritarias, el clientelismo y la corrupción.
La oxidada Transición, Jose Manuel Roca
(La linterna sorda, 2013) clic
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