Patricia Heras se suicidó -la asesinaron- en abril de 2011, víctima de una cadena nada fortuita de abusos de poder y judiciales. Acusada de intento de homicidio, junto a cuatro personas más, el proceso y la lucha para limpiar sus nombres sigue abierto.
Muchos de los poemas y algunos relatos de Patricia ven ahora la luz en formato físico tras una campaña de financiación colectiva realizada por gente cercana a ella.
Leo toda la parte titulada Crónicas carcelarias de Poeta Muerta y se me saltan los lagrimones. Un relato acojonante del abuso de la autoridad de las fuerzas represoras y judiciales catalanas -apoyadas luego por el resto de aparatos del estado-. Patricia Heras era una excelente narradora. No puedo valorar su poesía, porque apenas leo lírica -en la que se intuye ya a la potencial suicida-, pero los relatos que tiene y, sobre todo, el tercio de libro que narra su desgracia son acojonantes. Sobre todo tiene vigencia porque justo a raíz de abusos como este, su posterior suicidio y lo que ya se sabe de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado más que nunca podemos poner en tela de juicio este sistema.
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