martes, 16 de septiembre de 2014

Boyhood

Richard Linklater es un director que no me deja indiferente con cada proyecto que inicia o cinta que accede a dirigir fuera de su marco personalísimo de entender el cine y la vida. Posee dos de las películas de animación más interesantes que he visto en mi vida (Waking Life y A Scanner Darkly), cintas comerciales que sorprenden por la manera que son afrontadas (Una pandilla de pelotas o Escuela de Rock, por ejemplo) de denuncia (Fast Food Nation) o su trilogía sobre las relaciones sentimentales 'Antes de...'

A Boyhood se la trata de enmarcar por activa y por pasiva dentro de la línea de esas tres cintas, aparte de usar el falaz reclamo de 'una experiencia cinematográfica' cuando, con total sinceridad, es para mi mucho más que la trilogía 'Antes de...' pero para nada supone un orgasmo fílmico como tratan de venderla.

Linklater construye una 'historia de vida' como la tuya, la mía o la de cualquier persona. Insustancial y a la vez llena de emociones reales, de sucesos que definen cómo va a ser una persona en su edad adulta, y las relaciones con las personas que le quieren y le rodean. Tres horas puede parecer excesivo para hacer llegar al punto final que el director considera que es el clímax de la historia, la edad adulta, 'en la Universidad', cuando todos sabemos que podría seguir, años y años, escribiendo una ficción con los personajes creados, alimentándola de dramas y alegrías y haciéndola fluir como el drama cotidiano que es el día a día de cualquier persona.

Más allá del atractivo de poder ver el paso del tiempo en los personajes (sin duda, la broma ha salido 'relativamente barata' para la productora, gastando 'solo' 200.000 $ al año ) - y los anclajes temporales que el director usa para ubicar el momento de la historia (desde referencias de geopolítica a música o memes de internet) ver como la historia de esta familia va fluyendo (con reescrituras entre año y año de hacia dónde quería llegar) y crecen tanto 'en el concepto de guión fílmico' a la vez que físico 'o guión de vida', es lo meritorio. Sí, es un trabajo formal sobresaliente. No entro dentro del juego del reclamo publicitario como experiencia imprescindible porque no deja de ser un cumshot en toda regla del equipo que ha creado la película y ahora la vende. Hemos visto dramas familiares así miles de veces. Este es elegante porque los personajes se hacen querer y simpatizas con ellos muy rápido, y por eso se aguanta hasta el final, ya con los desvaríos filosóficos que tanto le gustan al director. Muchas elipsis son tan sobresalientes que aportan información del tiempo transcurrido con apenas un sonido o un plano detalle. Los cambios de los personajes y sus conversaciones, suaves, pero drásticos una vez llegado al final y contemplas el camino recorrido es lo que la hace interesante como drama 'de vida'. Podría haberse rodado con varios actores en los papeles de hermano y hermana y con maquillaje en los familiares, pero entonces, cierto, estaríamos ante 'un drama de tres de la tarde de TV'

Ethan Hawke de nuevo recibe un papel maravilloso, es sin duda el personaje que CRECE en verdad, Patricia Arquette soporta el peso de ser el elemento que genera los drásticos cambios en la vida de los hijos, un papel complicado para 'hacerse querer' y los dos hijos protagonistas crean una complicidad con ellos soberbia.

No va a aportar nada al cine de dramas familiares, pero sí regala una visión interesante (como siempre hace Linklater) de las complejas relaciones paterno/maternofiliales, que es de lo que va este trabajo. Que en el fondo, lo dicho, es el día a día de todo/as.

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