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Son estos tebeos emotivos que te arrancan una lágrima y te ponen los pelos de punta. No la historia del chaval, escrita en las fases finales de su lucha contra el cáncer, sino por la cantidad de artistas y editores que lucharon porque el niño viese cumplido su sueño.
Sam no pudo ver terminado el tebeo y su padre escribió uno de los epílogos más hermosos que pueden hacerse cuando pierdes a una persona en esas circunstancias. Su inseparable Tim Sale lo ilustra y, al estilo de las Cuatro Estaciones, nos deja con el corazón encogido.
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