Qué suerte tener esos momentos de consumo compulsivo e incontrolado, sin mirar el monedero y saciando el apetito de tener cuantas más cosas mejor quedando todo en familia.
Como en los concursos de nuestra infancia, en los que soltaban a un niño con un carrito en un Toys´r´Us y le daban un minuto para arambamblar con todo.
Quien habla es Envidia, y Cochina de apellido.
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