domingo, 8 de diciembre de 2013
Frozen: el reino de hielo
Resultan tan clásicos (y paródicos) sus dos primeros actos (con algunos de los números musicales más nauseabundos que ha facturado Disney en años) que cuando llega el punto de giro que da paso al desenlace la sala se viene abajo, los infantes no entienden nada de lo que están viendo y arrancan a protestar en el clímax de la batalla final. Solo por eso, por ser tan consciente de sí misma -de su propio corsé al ser una producción Disney- Frozen vale la pena.
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