Al respecto de lo que váis a leer; hace unos meses Timo me pidió que escribiese "un texto sesudo (sic) -de los míos- analizando su trabajo" y yo accedí encantado. No tenía ni idea de qué me estaba hablando. De verdad. Así de bien nos tratamos y respetamos entre compañeros, aceptar algo que no sabes qué narices es solo por los jajás.
Así que con la obra terminada, en exclusivo PDF majestuosamente enviado por unicornios rosas a mi bandeja de entrada, deglutí este manga fanzineroso y quedé noqueado.
El texto que viene ahora forma parte del epílogo del tomo. Podéis ahorrároslo si directamente os fiáis del primer párrafo y vais a comprarlo directamente. Si no, espero que su lectura os provoque algunas patadas en las meninges y os termine por convencer. Para no estropear algunas sorpresas del tebeo, determinados puntos aparecen censurados, sin afectar esto al análisis sesudo de este debut en el tebeo largo de Cristian Timoneda e Iván Roca.
Allévoy.
Pipío somos todoaexs.
Muy bien; □ □ □ □ □ □ □ Dorita va a buscar a otro desgraciado (o desgraciada) de la que abusar y tú te sientes sucio/a y mezquino/a por haberte reído a carcajadas con esta tremenda salvajada de cómic repleta de chistes de mal gusto, capacitistas y ruines.
Pues no lo hagas. No te sientas mal.
Al menos no lo harías si conocieses a las personas que han creado este engendro y que, en verdad, con Dorita, nos están soltando unos buenos bofetones de realidad (aunque ellos, me temo, no lo sepan).
Si conocieses a Darel, el pequeñajo detrás de las ideas que caga (literalmente) Dorita, no podrías ni sentirte mal ni enfadarte. Darel da miedo. Mucho miedo. Así que te aseguro que puedes estar aliviado/a ya que el contenido del tebeo podía haber sido mucho más duro. Darel siempre está pensando en la mejor forma de acabar contigo y no dejar rastro, calcular su coartada y jugar su siguiente partida de Mario Kart con absoluta tranquilidad. Todo a la vez. Es un niño. Los niños hacen estas cosas. De verdad, os lo aseguro: lo notas cada vez que te adelanta en ese maldito juego y sabes que en paralelo está pensando en cómo acabar con tu vida.
Con Marc y con Timoneda tampoco puedes enfadarte ni sentirte mal. Son como dos niños grandes (que no implica que sea algo bueno) que no distinguen entre el bien y el mal. Ven en las ideas de Darel bromas juguetonas e inocentes con las que hacer chistes de pedos con el único ánimo de alegrarte el día. Eso es bonito; y a todo el mundo deberían gustarle los chistes de pedos, es una cosa que siempre he pensado. Además, ningún juez podría condenarles ya que su defensa siempre jugaría la carta de discapacidad mental. Ellos lo saben, por eso han hecho este tebeo.
Con Iván tampoco podrás descargar tu rabia acumulada (hacia ti, recuerda, eres tú quien se lo ha pasado en grande con este cómic) porque es buena gente. Da alas a sus pequeños Pinky y Cerebro a través de las viñetas y hace con eso el mundo un lugar más seguro. Además, entinta y maqueta sin rechistar. En verdad lo que puedes sentir hacia Iván es compasión. Mucha. Y con Xenia, su mujer, y que es quien aguanta a toda esta tropa de pánfilos, solo me puedo enfadar yo porque que me debe un bolso desde hace seis años.
Hay más motivos por los que no debes sentirte mal tras la lectura de Dorita. Tal vez no te sirvan ahora, pero seguro que le vas a dar un par de vueltas a esto que voy a contarte.
Doraemon es una de las series más repugnantes que recuerdo haber visto en mi infancia. Tengo 35 años y recuerdo sentir verdadero asco por ese anime con apenas diez primaveras. Doraemon, que sigue siendo repuesto una y mil veces posee un contenido que bien se merece no un solo artículo en un diario digital (que lo ha tenido) sino un libro completo. Esa serie es el mal. Todos sus personajes son perversos, egoístas, movidos por unos impulsos primarios que harían avergonzarse al mismísimo Maslow y enorgullecerse a Ayn Rand. Doraemon, el puto gato, es el peor de todos. Es aquí donde, tal vez sin saberlo, los autores de este trabajo han dado en el clavo a la hora de parodiar los personajes, roles y situaciones.
Doraemon en verdad es un facilitador de ayudas de mierda para Nobita, un niñato que en realidad no se merece el aire que respira. Doraemon no ayuda a Nobita con el afán de hacerle mejor persona, sino para que le deje en paz y él poder hacer sus cosas de gato cósmico (ojo, no me lo invento yo, podéis repasar cualquier episodio para comprobarlo). Dorita es exactamente igual que Doraemon si en verdad existiesen los gatos cósmicos y los robots llegados del siglo XXII y mucho más sincero/a y realista. Dorita es como la putabidatete 24/7 sin final feliz, una bofetada tras otra de realidad hedionda y sus inventos no son más que la forma que tiene de recordarte de que el responsable de todas tus desgracias eres tú. Sí, lo vas entendiendo. Pipío eres tú, soy yo, somos todoaesxs. Pipío representa a todos los desgraciados y desgraciadas que sustentamos el sistema en el que vivimos con una estúpida sonrisa en la cara y aguantamos el chorro de mierda a diario.
Pipío puede culpar de todos sus males a Dorita, pero porque es un necio. Es irresponsable e incapaz de llegar a tiempo a un trabajo del que solo aspira a conseguir un ascenso y ser mejor por ello que sus compañeros (ni se plantea el hecho de que el trabajo en sí sea algo que no es bueno). Es derrochador en productos innecesarios, vacuos, absurdos (como tú comprando toneladas de merchandising falso). También es incapaz de controlar el consumo de drogas, como gran parte de la población mundial, cuando las cosas se le van (se nos van) de madre y buscamos evadirnos y acaba por ser muy estúpido por creerse el cuento de la emprendiduría (creo que es el episodio más delicioso de todos: “Te han despedido, así que ya es hora de que montes tu propio negocio”. Joder, este tebeo habría que lanzárselo a la cara a todos los aspirantes a ICADE y similares). Dorita solo está ahí para acelerar el proceso, el final esperado para un ser de estas características. Dorita le hace un favor cada vez que con sus inventos le arruina el día, le lleva de la mano poco a poco hacia el borde del abismo al que el mismo Pipío se habría dirigido por si solo siguiendo los pasos naturales que su guión de vida le tenía marcado.
Por supuesto que □ □ □ □ □ □ □ ; y hemos visto suficientes películas, leído novelas y escuchado canciones como para tener agarrado a nuestro primitivo cerebro reptil la idea de que 'cada persona es única y valiosa'. Todos somos especiales y magníficos dentro de nuestras miserables vidas y es lo que nos hace levantarnos de la cama a diario. Creo que Pipío tuvo mucha suerte al toparse con Dorita: le abrió los ojos (aunque ya no le sirva de mucho) y ahora te los ha abierto a ti.
Por eso no puedes sentirte mal con este tebeo. Ni con sus autores y sus chistes. Ni siquiera con Dorita. Si hay alguien con quien debes sentirte mal, por todas las cosas que hechas hasta ahora con su vida, ese eres tú. Y nadie más. Y tampoco deberías hacerlo. No tienes la culpa. No sabías nada de esto que te he contado.
Pero ahora que ya lo sabes, busca a otra persona y déjale leer este tebeo. Luego dale la charla sobre lo que ha significado para ti su lectura y siembra en su cerebro las mismas ideas que acabo de inocularte. Extiende la palabra, siembra la discordia.
Y no te sientas mal. Al menos, no mucho.
Samuel González
Sigo haciendo fanzines con 35 años, activo militante de los suburbios del cómic. Eso ya me inhabilita por completo como persona provechosa para el sistema. Orgulloso de ello.
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