Massimo Albertin, director del laboratorio médico de Albano Terme (en Padua, al norte del país); su mujer de origen finlandés, Soile Lautsi, y sus hijos, Dataico y Sami, descorcharon una botella de vino tinto el pasado martes cuando el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo les dio la razón. Los magistrados dictaminaron que colgar un crucifijo en las aulas públicas vulnera el derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión de los niños.
El resto de la noticia, en Público
2 comentarios:
Me parece vergonzoso.
En mi clase de la EOI cuelgan el mapa de las provincias de Holanda, eso sí que es para tirarse de los pelos, venta subliminal a la juventud de idelogía nacional
voy a denunciarlo para hacer un KIIPIS con esta Suomalainen perhe
Ya, pero cuantos jebis ateos broncas tienes en la clase?
eh?
eh?
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