Quizá haya buenas respuestas a estas preguntas, pero si no las planteamos ¿cómo las vamos a saber? Tenemos que redescubrir cómo hablamos sobre el cambio: cómo imaginar formas diferentes de organización, libres de la peligrosa salmodia de la "revolución". Debemos distinguir mejor que algunos de nuestros predecesores entre fines deseables y medios inaceptables. Como mínimo, deberíamos tener muy presente la advertencia de Keynes sobre esta cuestión: "no basta con que el estado de cosas que queremos promover sea mejor que el que le precedió; ha de mejorar lo suficiente como para que compense los males de la transición".
No obstante, tras reconocer y asumir todas esas consideraciones, debemos mirar hacia adelante: ¿qué queremos y por qué lo queremos? Como sugiere la actual ruina de la izquierda, las respuestas no son evidentes. Pero ¿qué alternativas tenemos? No podemos dejar el pasado a nuestras espaldas y limitarnos a cruzar los dedos: sabemos por experiencia que la política, como la naturaleza, aborrece el vacío. Después de veinte años desperdiciados, ha llegado el momento de comenzar de nuevo. ¿Qué hacer?
Algo va mal, Tony Judt, 2010
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